Tener una buena bicicleta de montaña rígida capaz de someterla a un uso plenamente rotero, es una realidad o una aspiración para un buen puñado de rots, desde hace ya unos cuantos años. El estilazo que se gastan estas herramientas, su versatilidad, capacidad de sacrificio, su agradecimiento a cambio de escaso mantenimiento y sobre todo, la diversión y nueva dimensión que otorgan, es algo que solamente sabe quién las ha probado.
Personalmente le tenía muchas ganas, pero no llegaba el momento. Por cuestiones que no vienen al caso, decidí comprar un cuadro Ragley Blue Pig del 2010, que ha estado rulando por las montañas gallegas durante dos buenos años, tragándose trato duro, kilometradas e incluso una Avalancha. Un cuadro de acero, bien trabajado, con línea muy old school y con una filosofía de marca que me atrae. Puro frikismo, vaya.
A la Terreta llegó sigilosamente hace casi dos meses, y por una vez tuve cabeza y no prisa y se hicieron las cosas como el cuadrito requería: despacito y con buena letra.
Así pues, mano de pintura, pegatas de la marca, montaje de piezas que llevaba en mi querida Yeti Seven... y buenas dosis de compañerismo y buenas manos roteras, han dado con un aparato precioso a la vista que pide guerra y que le enseñemos nuestras montañas en base al espíritu rotero.
No sé, me da que esta bici me va a cambiar la perspectiva.
Desde aquí quiero agradecer una vez más, la labor de dos grandes de la Penya, dos buenísimos amigos, que me han ayudado a culminar un sueño. Gracias Pep & Txop!!!
Os dejo con una tanda de fotos, de todo el proceso.
Rigidismo sin complejos rulZ!!!