CÓMO HEMOS CAMBIADO....
Dicen que esto de los blogs está ya de capa caída, que el "meollo" se encuentra en los grupetos de whatsapp, que ésto tiene los días contados y le faltan dos suspiros. Y puede que sea cierto, sí, no lo voy a negar, pero tampoco voy a quedarme sin decir que este tipo de divagandas o txarraetas que uno de vez en cuando siente la necesidad de decir, pues aquí como en ningún sitio, oigan. Y, sinceramente, uno se queda muy agusto y con la conciencia muy tranquila después de haber podido expresarse como le sale de los bemoles, y de paso haber reafirmado una vez más que el blog, a pesar de haber consumido sus momentos más dorados, aquí sigue presente dando alpiste a quien se asoma en busca de un rato agradable tratando esos temas que envuelven y sazonan nuestras vidas.
La tarde de ayer bien podía haber sido una jornada vespertina ilegal más a añadir a la saca, pero sucedieron una serie de acontecimientos en cadena que para este servidor hicieron que fuera radicalmente diferente. Como de costumbre, Carlos, rotero y compañero del Team Production Privée, con quien afianzo y disfruto mano a mano las ilegales de este 2016, había quedado conmigo a las 19 para dar pedales, pero unos instantes antes me avisa de que la Shanita estaba en curas y saldría con la doble, así que me solidarizo con la causa y de paso desempolvo la Lite, que hacía meses y meses que no tenía una buena dosis de MTB del bueno.
Como suele ser normal tras una buena temporada sin catar una doble, al subir sientes la sensación de que, o has perdido presión en el amortiguador y lo llevas demasiado blando o acabas de sentarte en el sofá de casa. Las almorranas se relajan y envían mensajes al cerebelo del tipo de "ya era hora, macho", o "al fin un poco de descanso!", y tratas de acomodarte a esa nueva geometría en la que, todo sea dicho, te notas hasta incómodo. Sensación de estar en una chopper y vagos recuerdos de las últimas veces que monté en ella...
Pero lo gordo, lo que me lleva a soltar esta "porroná" de letrajas viene cuando dejamos el agsfalto y comienza el turrón... Y es al enfilar el primer petxugazo con el que, girando a mano derecha continúa el cóctel de desniveles massifs que prácticamente no dejarás hasta la cima, cuando experimento esa situación que no recordaba haber vivido antes: una tracción espectacular -habiendo, eso sí, bajado el recorrido de la horquilla y desplazado esa zona donde la espalda pierde su honroso nombre- que anima a seguir dando pedales y te recuerda que la Mola es posible subirla del tirón, como antaño.
....Y no es aquí donde acaba la cosa. Una vez arriba y vestidos de romanos, dispuestos a tirarle a la Fullobites, la doble vuelve a demostrar que el trabajo es más fácil si tienes buena herramienta: notaba como si no hubiera baches....
Es ahora, cuando he contado toda la historia, el momento en el que viene la moraleja/opinión/ida de olla que quizá sorprenderá al lector: prefiero mi rígida, señores. Prefiero/necesito mi artefacto de acero que castiga mis posaderas y con el que cuesta más subir por esas pseudo-sendas rotísimas de la muelte. Prefiero/necesito tener que amortiguar con mis piernas, tener que escoger en milésimas de segundo la trazada más adecuada en lugar de apretar los puños y dejar que trabaje la horquilla y el amortiguador. Noto que la domino más, que aprendo más de ella y, por ende, me siento más integrado en el entorno.
Seré un bicho raro, renegaré a la comodidad, a la tecnología...., o igual resulta que me estoy haciendo mayor, no sé... Pero lo que sí sé es lo que hoy por hoy disfruto, y, sin duda alguna, es con la rígida.